Las flores comestibles son una tendencia de lo más normalizada en la alta gastronomía por su aporte de sabor y belleza, sin embargo, muchas personas desconocen las características de estas flores y la riqueza que pueden aportar a los platos. Innoflowers explica cuáles son y cómo debemos utilizarlas.
"Las flores comestibles son
todas aquellas que podemos consumir con total seguridad, tanto desde el punto
de vista botánico como por su forma de cultivo. Hay multitud de especies cuya
flor es comestible, desde rosas, pasando por claveles, pensamientos,
caléndulas, tagetes, flores de romero, lavándulas, etc. Se caracterizan no solo
por aportar color, sino también, texturas, aromas, sabores a los platos",
explican desde Innoflowers.
"Las flores aportan
principalmente vitaminas y minerales, pero desde hace varios años se ha
colaborado con varias universidades en el estudio de las propiedades saludables
de ciertas especies de flores comestibles. Flores como los tagetes, la flor de
romero, los pensamientos e incluso las rosas son ricas en polifenoles y otros
compuestos antioxidantes”.
Cada flor es un mundo y cada flor
sabe diferente. Hay flores que son dulces (salvia), otras saladas (mímulus),
hay muchas amargas (conejitos), astringentes (rosas), ácidas (oxalis), con
notas a frutos secos (tagetes), metálicas (clavelinas), picantes (capuchina),
neutras (pensamientos) e incluso eléctricas (botón de Sechuan). Hay especies
que tienen sabores muy potentes y característicos, por ejemplo, la flor de ajo,
de cebolla o de cilantro, que hay que evitar emplear en postres y coctelería
"a no ser que se vayan a emplear en un Bloody Mary", nos aconsejan.
Los cítricos se suelen utilizar
más con platos del mar o preparaciones neutras, donde la acidez de una begonia
enfatiza el sabor de la comida. Hay especies comodín, como los pensamientos
mini, cuyo sabor neutro permite emplearlos en cualquier preparación.
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